Nadie está obligado a vivir una vida bien vivida. Ni mucho menos. Cualquiera puede elegir en todo momento entre el malestar o el bienestar. El reto es decidir qué vida quieres llevar y ser consecuente con el propósito que has elegido.
Claro que puede que ocurra un avatar y lo que tienes previsto se tuerza. He conocido a personas que disfrutaban de más de lo necesario para llevar una vida mágnifica, pero su ambición, su inseguridad o el miedo les lleva a poner en riesgo lo importante por tener más de lo pequeño. Otras llevan una vida ordenada y están satisfechos y agradecidos a la vida.
La vida son unas vacaciones pagadas, que merece la pena vivir. Si decides vivirla bien, atinadamente, tomando buenas decisiones te sentirás satisfecho.
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